Orandum est ut sit mens sana in corpore sano.Todos conocemos esta expresion latina, "debemos orar por una mente sana en un cuerpo sano" El significado de dicha frase ha llegado hasta nuestros días para destacar la importancia de cuidar nuestro cuerpo para estar sanos por dentro y por fuera. En este sentido os replicamos en este espacio el artículo del profesor en Ciencias del Deporte de la Universidad Miguel Hernández publicado en The Conversation y que nos habla del deporte como elemento potenciador de la memoria a cualquiere edad. El profesor Hernández nos explica como "mantenernos activos nos ayuda poner una barrera al deterioro cognitivo".
Así archivamos los recuerdos
Si vamos a hablar de memoria y ejercicio, definamos en primer lugar algunos elementos importantes de la primera. Como todos sabemos, la memoria es la capacidad por la que guardamos recuerdos que posteriormente podemos recuperar. En el sistema nervioso, se construye básicamente mediante tres fases.
En primer lugar, una percepción externa o interna del organismo es codificada en el lenguaje bioquímico de nuestro cerebro. Este proceso fundamental determina qué aprendemos del entorno. Cuanto mejor sea la codificación de la información, más probabilidad hay de que esta perdure.
Una vez codificado el nuevo recuerdo, este puede volverse permanente o desaparecer. Para que sea duradero, se requiere la segunda fase de la memoria, la consolidación, aunque esta etapa no es el centro de este artículo. Por último, la tercera fase tiene que ver con nuestra capacidad para recuperar el archivo, y tampoco resulta relevante para el tema que nos ocupa, más allá de entender el proceso.
Hoy sabemos, gracias a los estudios en neurociencias, que el mecanismo de codificación requiere un conjunto de respuestas biológicas y que existen ciertas proteínas fundamentales para que se produzca. En particular, destaca la conocida como factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés). En su ausencia, no podemos generar recuerdos nuevos.
Tan importante es el BDNF que, si se incrementa su concentración en regiones específicas del cerebro, puede potenciar los procesos de aprendizaje.
La clave está en el lactato
Y es en este momento cuando conseguimos la cuadratura del círculo. En 2019, la investigadora Lauretta El Hayek comprobó que los animales de experimentación memorizaban mejor cuando hacían ejercicio. Esta mejora se obtenía como consecuencia de la liberación de lactato, un desecho del metabolismo anaeróbico producido por la actividad física que actualmente sabemos que es muy útil en diversos tejidos.
En particular, el lactato tiene la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica (cuya función es impedir que todas las sustancias que circulan por la sangre lleguen al sistema nervioso) y alcanzar el cerebro. Una vez aquí, es captado por las neuronas y estimula la producción de BDNF.
De esta forma, el lactato generado por el ejercicio físico incrementa los niveles de BDNF en regiones determinantes del cerebro y potencia el aprendizaje.
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